miércoles, 30 de marzo de 2016

ESTRÉS PSICOLÓGICO - EMOCIONAL

El estrés psicológico-emocional se reconoce fácilmente, pues sus síntomas son más perceptibles: sudor de manos, molestias en el estómago, taquicardia, manos frías, insomnio, angustia, etc.
Cada persona puede tener diferentes síntomas.

Es normal estresarnos en algunas ocasiones.
Pero si sus síntomas son frecuentes o te duran mucho tiempo, es necesario que actúes para disminuir o eliminar el estrés.
Es importante analizar dichos síntomas, para determinar cuáles están siendo provocados por el estrés y cuáles son causados por enfermedades o medicamentos.
El estrés psicológico-emocional es nuestra forma de reaccionar, física, emocional y psicológicamente, cuando: 





  • Debemos adaptarnos a ciertos cambios importantes o situaciones nuevas.
  • Estamos presionados. Sentimos que alguien exige mucho de nosotros.
  • Tenemos un problema que no podemos resolver.
  • Algo o alguien amenaza nuestro bienestar físico o emocional.
  • Tenemos pensamientos negativos, recuerdos dolorosos, preocupaciones, culpa, coraje, etc.

Nuestra reacción ante cualquiera de estas situaciones, es automática, instantánea y con frecuencia ni siquiera notamos cómo o cuándo se inicia.
Se llama respuesta de "ataque o huida" y es innata, pues forma parte de nuestro instinto de supervivencia.


Es la activación de nuestro organismo, para luchar contra cualquier amenaza.
La misma que se disparaba cuando los primeros seres humanos se enfrentaban a los animales, para cazarlos o para huir y salvar su vida.


El estrés resulta de un desequilibrio entre las demandas que enfrentamos y nuestra capacidad para solucionarlas.
Mientras más demandas tengamos y menos recursos para resolverlas, mayor será el estrés.
Por lo tanto, es necesario analizar dichas demandas y conocer nuestras habilidades, aptitudes y cualidades.
La personas tiene la capacidad de seguir adelante y de cambiar su manea de pensar.
Por: Paul Coello
Psicólogo Clínico 

lunes, 7 de marzo de 2016

TERAPIA RACIONAL EMOTIVA CONDUCTUAL



Hay que destacar  que Albert Ellis considera que el núcleo de su teoría está representada por una frase atribuida al filósofo estoico griego Epícteto: "Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos". La estrategia fundamental es enfrentar lógicamente al sujeto con las creencias que le originan un estado emocional inadecuado que crean comportamientos desadaptados. La Terapia Racional Emotiva Conductual se desarrolla en el modelo A B C D E, que se explica de la siguiente forma:
A: Representa cierta situación/estímulo real a la que el sujeto se enfrenta.
B: Indica la manera cognoscitiva como el sujeto responde. Las creencias racionales o irracionales.
C: Simboliza las consecuencias emocionales o las reacciones como resultado de B.
D: Implica la confrontación terapéutica, el debate de los pensamientos irracionales.
E: Representa los cambios emocionales y conductuales o la nueva forma de pensar y comportarse ante la adquisición de nuevas creencias.
En el mismo orden de ideas, la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) está basada en el supuesto de que el ser humano nace con un potencial racional (saludable, lógico y constructivo), así como irracional (dañino, absolutista y destructivo) en el pensamiento, las conductas y los sentimientos. A su vez, las personas tienen una predisposición a la autopreservación, a la felicidad, al amor, a comunicarse con otros y crecer, pero también a la autodestrucción, a cometer errores y a la intolerancia. Por lo tanto, la TREC intenta ayudar a los individuos a aceptarse como seres humanos que seguirán cometiendo errores y a la misma vez, que puedan vivir en paz con ellos mismos.
Según Ellis (1978):
La TREC puede ser utilizada para ayudar a que los pacientes superen sus sentimientos y conductas inapropiadas en un tiempo razonablemente breve, porque constituye un enfoque que, por una parte, es amplio y múltiple: es decir, emplea varios métodos cognoscitivos, emotivos y conductuales en forma integrante, y por otra, una terapia filosófica y teórica, que pone de manifiesto las ideas esenciales creadoras de trastornos, que parecen ser la base de sus actos contraproducentes, y esto muestra claramente a esas personas cómo fijar la atención en sus filosofías negativas y cómo proceder a desarraigarlas. Es una terapia realista, que a nada compromete, así como directiva- activa. (s/p).
En otras palabras, el orientado en primer lugar debe aceptar el estado en el que se encuentra para de allí partir y generar cambios, no de manera superficial, sino transformaciones filosóficas profundas que se evidencian en todos los aspectos de la vida, logrando al mismo tiempo propósitos que creían imposibles de alcanzar, aprendiendo técnicas cognitivas, emotivas y conductuales que puedan manejar en su experiencia diaria de vida.
Seguidamente, según Kazdin (1998):
La Terapia Racional Emotiva se apoya en lo que los individuos se dicen a si mismos, ya que la estructura y contenido de estas afirmaciones pueden examinarse y desafiarse en el contexto de las sesiones de tratamiento, sin embargo, puede llevarse a cabo en la vida diaria. (p. 306).
Aquí se desean minimizar los disturbios emocionales y la conducta autoderrotista del orientado, adquiriendo una visión de vida más realista, así como reducir la tendencia de culparse a si mismo y a otros por lo que no sale como se espera y aprenda métodos para manejar las dificultades futuras. La Terapia Racional Emotiva es efectiva en casos de ansiedad, fobias, ataques de pánico, agorafobia, claustrofobia, depresión, ataques de ira, vergüenza al hablar en público, dificultad para relacionarse, descontrol emocional y en trastornos de la personalidad. Por lo tanto, el rol del orientador consiste en educar al consultante con las destrezas e identificar y disputar efectivamente las creencias irracionales, para enseñarle a cambiarlas por otras más funcionales.
En consonancia con lo expresado, La Terapia Racional Emotiva Conductual es un proceso activo, en el cual se presentan Técnicas Cognitivas como la Disputa Lógica, que ayuda a debilitar las creencias irracionales; la Disputa Empírica que provee evidencia al orientado sobre su pensamiento incongruente; la Disputa Funcional que lleva a la persona a reconocer que no es operativo su pensamiento; la Disputa Racional que intenta reestructurar o modificar las opiniones maladaptativas para reemplazarlas por otras más lógicas; y la Precisión Semántica, eliminando el uso de frases como "no puedo, no tengo, no debo". Del mismo modo, está la Técnica de Imaginación Racional Emotiva, que estimula al orientado a practicar pensamientos y actuar de la forma que le gustaría comportarse en la vida real.
Con respecto a las Distorsiones Cognitivas, se definen como formas identificadas de errores en el procesamiento de información y que desempeñan un papel predominante en la psicopatología al producir la perturbación emocional. Estas percepciones empobrecedoras que realiza el paciente acerca de si mismo, del mundo y del futuro, lo llevan a desarrollar fobias, depresión, problemas de autoestimaobesidad, entre otras. También, las Distorsiones Cognitivas comúnmente causan las emociones o conductas disfuncionales caracterizadas por causar sufrimiento innecesario o desproporcionado con respecto a la situación, implicar comportamientos auto-saboteadores (contrarios a los propios intereses u objetivos), dificultar o impedir la realización de las conductas necesarias para lograr las metas y la asociación a demandas absolutistas.
Varios autores como Beck, Navas y Ruiz han enumerado diferentes tipos de distorsiones cognitivas, tales como:
  • Pensamiento Todo o Nada: Interpreta los eventos y personas en términos absolutos, evidenciando el uso de palabras como "siempre", "nunca", "todos", cuando su empleo no está justificado por los acontecimientos propiamente. Ejemplo: "¡Soy un fracaso total y completamente indeseable!".
  • Sobregeneralización: Son juicios abarcadores, extremistas o predicciones basadas en un solo incidente. Ejemplo: "¡Me va mal con las mujeres!".
  • Filtro Mental o Abstracción Selectiva: Consiste en focalizar un detalle del contexto (por lo general un aspecto negativo y se exagera), excluyendo la situación total. Conocida también como Descalificación de lo Positivo. Ejemplo: "¡Fallé hoy y ahora no podré realizarlo nunca!".
  • Saltar a conclusiones: Asumir algo negativo cuando no hay apoyo empírico para ello, como suponer las intenciones de otros o predecir el resultado de eventos antes de que sucedan. Ejemplo: "Desde el momento en que los demás me han visto, como no debí hacerlo, ya me ven como un estúpido incompetente".
  • Magnificación y Minimización: Subestimar y sobreestimar la manera de ser de eventos o personas. Se minimizan los aciertos y se maximizan los errores. Ejemplo: "Mis aciertos son pura casualidad y no son importantes". "Mis errores son un total desastre".
  • Razonamiento Emocional: Consiste en asumir que nuestras emociones, sobre todo las negativas, reflejan la forma en que somos realmente. Tomamos los sentimientos como hechos o verdad. Ejemplo: "¡Me siento un total incompetente y mi sentimiento prueba lo que soy!".
  • Los Deberías: Concentrarse en lo que uno piensa que debería ser en lugar de ver las cosas como son, y tener reglas rígidas que se piensa que deberían aplicarse sin importar el contexto situacional. Ejemplo: "¡No debo ser tan agradable a los demás, debo demostrar distancia!".
  • Etiquetado: Consiste en definir de modo simplista y rígido a los demás o a si mismo, a partir de un detalle aislado o por un aspecto parcial de su comportamiento. Ejemplo: "Soy un tonto".
  • Personalización: Conocida como falsa atribución, consiste en asumir que uno mismo u otros han causado cosas directamente, cuando muy posiblemente no haya sido el caso en realidad. Cuando se aplica a si mismo puede producir ansiedad y culpa, y aplicado a otros produce enojo exacerbado y ansiedad de persecución. Ejemplo: "Se que se están riendo de mi".
  • Culpabilidad: Es la actitud de empeñarse en buscar culpables cuando las cosas no van como estaba previsto. Ejemplo: "¡Si no lo hubiese conocido, no me estaría ocurriendo esto!".
La idea principal de las Distorsiones Cognitivas son los "debos", "tengo que", "no debo", entre otros, semejando obligaciones absolutas que dan lugar a los "tremendismos" (algo más peor que malo), los "no puedo soportar" (algo insufrible) y la "condena" (hacia si mismo o los demás por el comportamiento), que ocasionan sentimientos extremos de ansiedad, ira, depresión o culpa. Naturalmente, todos estos ejemplos no se pueden extrapolar al juicio sobre el pensamiento de un individuo sin conocer su situación real y su personalidad.
En consecuencia, la labor del orientador es demostrar al consultante que su percepción del mundo en un determinado momento, es sólo una de las posibles formas de percibir la situación y ciertamente, no la más enriquecedora. Luego, se ayudará al orientado a desarrollar pensamientos alternativos y formas de plantearse frente al hecho que le resulta problemático o frustrante en su vida. Igualmente, se enseñará al paciente a cuestionar estos modelos de mundo para que así descubra soluciones acertadas, percatándose de que no es que no existan opciones adecuadas, sino que él no las había visto.
Para finalizar, es fundamental resaltar el papel que juega el Área de Conducta I en la formación de los orientadores, puesto que estudia técnicas idóneas para el diagnóstico y tratamiento de determinadas problemáticas que presenten los individuos que requieren de ayuda. De allí, el desarrollo del Modelo Cognitivo Conductual que propone la modificación de lasestructuras de pensamiento de las personas, para así cambiar sus respuestas ante diversas situaciones. Del mismo modo, se presenta la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) como base de las operaciones del diagnóstico conductual, empleando métodos cognoscitivos, emotivos y conductuales para superar sentimientos y conductas inapropiadas, reflejadas en Distorsiones Cognitivas del ser humano, que son errores en el procesamiento de información y se trabaja en base a ellas para desadaptarlas de la visión del mundo de las personas. En síntesis, estas técnicas forman parte de otras más, dentro de las cuales el terapeuta, orientador o educador, moldeará la que sea pertinente al caso presentado, par lograr así soluciones que conlleven a un manejo adecuado de las emociones, sentimientos y conductas y por lo tanto, de la vida de los individuos.


PSICOLOGÍA FORENSE


Etimológicamente el término “forense” deriva del latín “forensis”, referido al forum de
las ciudades romanas; la plaza donde se trataban los negocios públicos y donde el pretor
celebraba los juicios. Por tanto, la palabra esta referida al “foro” o lugar donde se
administra justicia. “Sitio en que los tribunales oyen y determinan las causas”
(Diccionario de la Real Academia Española)
En general, el termino Psicología forense engloba todas aquellas actividades que el
psicólogo puede realizar en el “foro”, en intervenciones específicamente solicitadas. En
palabras de J. Urra (1993) es “la ciencia que enseña la aplicación de todas las ramas y
saberes de la Psicología ante las preguntas de la Justicia, y coopera en todo momento
con la Administración de Justicia, actuando en el foro (tribunal), mejorando el
ejercicio del Derecho".
Siguiendo a Garzon (1989), y la diferenciación que ésta establece entre psicología
jurídica y psicología forense, observamos que no solo supondrían dos enfoques
diferentes en su relación con el Derecho (filosófica vs aplicada), sino también dos
concepciones distintas de la psicología (colectiva vs individual).
En definitiva, podemos concluir que la psicología forense es la denominación que ha
recibido la vertiente aplicada de la psicología jurídica, entendiéndose que su función
principal es la de ofrecer funciones de soporte a las administraciones de justicia.
El principal requerimiento que se realiza al psicólogo forense es la elaboración de
peritajes psicológicos, función que, como ya señaló Muñoz Sabaté (1980), abarca una
gran cantidad de ámbitos específicos en el marco jurídico porque “el derecho es algo
multidimensional y omnipresente. El caso más insospechado puede presentar algún
problema de prueba susceptible de ser tratado con métodos psicológicos.”
La necesidad de la intervención de los psicólogos como peritos en los diferentes
procedimientos judiciales no es nueva, se viene planteando desde principios del siglo
XX (Ibáñez y Avila, 1990), citándose como primeros antecedentes el testimonio de
Albert von Schrenck-Notzing en un juicio celebrado en Munich en 1896, que informó
sobre la influencia de la sugestión en numerosos testigos a causa de los efectos de lo
publicado en la prensa sobre el caso de asesinato que se juzgaba; así como la
publicación de la obra “On the Witness Stand” de Hugo Münstrberg en 1908 en la que
defendía que con los conocimientos sobre percepción y memoria los psicólogos podían
comprender mejor que los juristas la mente de los testigos. Münstrberg, propuso la
utilización de un Test de Asociación de Palabras que ayudara a establecer la
culpabilidad o no de los acusados, lo que le valió durísimos ataques de los juristas.
Ejemplo de las intervenciones más frecuentes en los diferentes ámbitos:
- Derecho Penal: se valoran cuestiones como la responsabilidad criminal en casos de
trastorno mental de un acusado (evaluación de la imputabilidad del procesado), la
competencia de un individuo para ser juzgado o para prestar testimonio, las secuelas
de las víctimas, etc.
- Derecho civil: principalmente procesos de tutela e incapacitación de adultos,
internamientos psiquiátricos involuntarios, protección de menores, valoración de
daño y secuelas psicológicas, etc.
- Derecho de familia: temas de adopción y privación de derechos parentales de los
progenitores (patria potestad), en la atribución de la custodia de los hijos en caso de
divorcio, nulidad y separación, recomendaciones sobre planes de comunicación y
contacto, adopciones, filiación, etc
- Derecho laboral: valoración de daños y secuelas psíquicas a accidentes o
situaciones de trabajo, etc.

RESILIENCIA


Desde hace mucho tiempo, la humanidad ha observado que algunos seres humanos
logran superar condiciones severamente adversas y que, inclusive, logran transformarlas
en una ventaja o un estímulo para su desarrollo bio-psico-social.
Durante mucho tiempo, en las distintas esferas de las ciencias humanas, la tendencia fue
de dar el mayor énfasis a los estados patológicos. Por ese motivo, las investigaciones se
centraron en la descripción exhaustiva de las enfermedades y en el intento de descubrir
causas o factores que pudiesen explicar resultados negativos, o no deseados, tanto en lo
biológico como en lo mental.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados con ese método, muchas interrogantes
quedaron sin respuesta. A menudo, las predicciones de resultados negativos hechas en
función de factores de riesgo que indicaban una alta probabilidad de daño, no se cumplían.
Es decir, la gran mayoría de los modelos teóricos resultaron insuficientes para explicar
los fenómenos de la supervivencia humana y del desarrollo psico-social.
La aplicación del enfoque de riesgo, ampliamente difundido en los programas de salud y
en diversas investigaciones basadas en ese modelo, mostró la existencia de numerosos
casos que se desarrollaban en forma normal a pesar de constelaciones de factores que, en
otros individuos, determinaban patologías severas.
Un hito lo marcó Werner (1992), quien estudió a un grupo de personas desde el nacimiento
hasta los 40 años. La investigadora notó que algunos niños que estaban aparentemente
condenados a presentar problemas en el futuro— de considerarse todos los factores
de riesgo que presentaban— llegaron a ser exitosos en la vida, a constituir familias
estables y a contribuir positivamente con la sociedad. Algunos de ellos procedían de los
estratos más pobres, de madres solteras adolescentes y de grupos étnicos postergados,
además de tener el antecedente de haber sido de bajo peso al nacer. La observación de
estos casos condujo a la autora, en una primera etapa, al concepto de "niños invulnerables"
( We r n e r, 1992). Se entendió el término “invulnerabilidad” como el desarrollo de personas
sanas en circunstancias ambientales insanas. Posteriormente se vio que el concepto de
invulnerabilidad era un tanto extremo y que podía cargarse de connotaciones biologicistas,
con énfasis en lo genético. Se buscó, entonces, un concepto menos rígido y más global
que reflejase la posibilidad de enfrentar efectivamente eventos estresantes, severos y
acumulativos; se encontró el de “capacidad de afrontar”.
Desde el decenio de los años ochenta ha existido un interés creciente por tener información
acerca de aquellas personas que desarrollan competencias a pesar de haber sido criados
en condiciones adversas, o en circunstancias que aumentan las posibilidades de presentar
patologías mentales o sociales. Se concluyó que el adjetivo resiliente, tomado del
inglés resilient, expresaba las características mencionadas anteriormente y que el sustantivo
"resiliencia" expresaba esa condición. En español y en francés (résilience) se emplea
en metalurgia e ingeniería civil para describir la capacidad de algunos materiales de recobrar
su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora.
Así, el término fue adoptado por las ciencias sociales para caracterizar a aquellos sujetos
que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente
sanos y socialmente exitosos.
A lo largo de la historia aparecen ejemplos de individuos destacados que hicieron aportaciones
significativas para la humanidad, quienes debieron enfrentar severas circunstancias
adversas (desde Demóstenes hasta Rigoberta Menchú, pasando por Piaget). Asimismo,
pueblos enteros y grupos étnicos han demostrado capacidades sorprendentes para sobreponerse
a la persecución, a la pobreza y al aislamiento, así como a las catástrofes naturales
o a las generadas por el hombre (judíos, indígenas latinoamericanos, etc.).
Rigoberta Menchœ
Poetisa quiché de Guatemala, Premio Nobel de la Paz. Durante la guerra civil que
asoló a su país, vio morir a su padre, a su madre y a sus hermanos, asesinados por
las fuerzas de represión. Debió huir a México para salvar la vida; así se transformó
en una dirigente de los movimientos por los derechos humanos, reconocida a nivel
mundial.
Los poemas escritos en quiché, su lengua materna, han sido traducidos a varios idiomas.
Pese a los factores de riesgo y adversidades que marcaron su infancia y su adolescencia,
Rigoberta logró superar dicha situación y aprovecharla para transformarse
en una líder de talla internacional como defensora de los derechos humanos.
Ana Frank
Niña judía de doce años de edad, condenada a vivir oculta con su familia
durante más de dos años en Amsterdam, Países Bajos, para escapar de los
nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Escribió un diario en forma de
cartas dirigidas a una amiga imaginaria, con lo que encontró esa “aceptación
incondicional” que se ha señalado como elemento fundamental de
la resiliencia. También, en su diario, aparecen con claridad las expresiones
del “yo puedo”, “yo tengo”, “yo soy” . Por ejemplo, “yo voy a poder”,
“yo espero”, “te confío toda especie de cosas, como jamás he podido
hacerlo con nadie”, y “espero que tú seas un gran apoyo” (12 de junio de
1942).
A temprana edad, en medio de circunstancias tan adversas, Ana Frank fue
capaz de mantener su optimismo y su confianza. Su diario puede ayudar
mucho a los seres humanos que, tal vez, sin padecer tamañas adversidades,
flaquean frente a las contingencias de la vida. “Quien tiene coraje y
confianza no zozobrará jamás en la angustia” (7 de marzo de 1944).

Dos enfoques complementarios
Es conveniente diferenciar entre el enfoque de resiliencia y el enfoque de riesgo. Ambos
son consecuencias de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos sociales.
Sin embargo, se refieren a aspectos diferentes pero complementarios. Considerarlos en
forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un enfoque global y fortalece
su aplicación en la promoción de un desarrollo sano.
El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas características
que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social. Ha sido
ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los mismos
está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.
El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo “del
desafío o “de la resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas, expresadas en
términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme en el cual se determinarán,
inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia de verdaderos escudos protectores
que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente, atenuando así sus efectos
negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación de la situación difícil. Por
lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en oposición del modelo de riesgo,
sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su aptitud para analizar la realidad
y diseñar intervenciones eficaces.
La resiliencia es un instrumento clínico que exige un cuadro de referencia moral. Esto
implica que un individuo debe superar la situación de adversidad dentro de las normas
culturales en las que él se desenvuelve. No cabe duda de que, como agentes de salud y/o
educadores, debemos discutir sobre lo socialmente aceptable y ser claros acerca de quiénes
son aquellos que definen las normas.

LA TERAPIA FAMILIAR BREVE CENTRADA EN SOLUCIONES


1. ORÍGENES DEL MODELO
La Terapia Breve Centrada en las Soluciones (TBCS) nació a comienzos de los años setenta en la ciudad norteamericana de Milwaukee, cuando un grupo de trabajadores sociales instaló un espejo unidireccional y empezó a experimentar con las ideas del M.R.I. de Palo Alto. A este equipo inicial, que incluía a Insoo Kim Berg, Jim Derks, Elam Nunnally, Marilyn LaCourt y Eve Lipchik, se unió Steve de Shazer, que durante un tiempo había formado parte del equipo del MRI y volvió a Milwaukee para casarse con Insoo Kim Berg. El grupo empezó a reunirse en la casa de ambos, haciendo terapia gratuitamente para experimentar con nuevas ideas, siempre con el afán de contestar a la pregunta “¿Qué es lo que funciona en la terapia breve?” (Lipchik, Derks, Lacourt & Nunnally, 2012). En 1978, este equipo creó el Brief Family Therapy Center, un centro clínico que desde el principio funcionó como un “think-tank” en el que los terapeutas pasaban cientos de horas observando sesiones de terapia, tratando de identificar lo que mejor funcionaba y sometiendo a prueba en sesión los nuevos descubrimientos. En este sentido, se puede afirmar que desde sus inicios la TBCS surgió como una práctica basada en la evidencia (Lipchik, Derks, Lacourt & Nunnally, 2012), mediante un proceso recursivo y dinámico de intervención, observación y teorización. A largo de los años se fueron sumando a este esfuerzo nuevos terapeutas (Scott Miller, Wally Gingerich, Gale Miller, Michele Weiner-Davis) e invitados de todo el mundo (Bill O´Hanlon, Yvonne Dolan, Karl Tomm, Michael Durrant y Brian Cade).

2. CONCEPTOS BÁSICOS EN TBCS
En el nivel de mayor abstracción, podemos describir la TBCS como un enfoque constructivista y construccionista, en el que se entiende que la realidad social se configura desde los condicionantes biológicos, históricos y culturales de los individuos, y a su vez se negocia y re-negocia constantemente en la interacción humana. Al igual que hacen los autores del MRI de Palo Alto, este planteamiento lleva a una posición no-normativa, en la que se acepta que hay muchas formas, válidas todas ellas, de ser y estar como persona, de interactuar como pareja y de organizarse como familia. No hay por tanto una preconcepción normativa acerca de cómo deben o no funcionar las familias, sino más bien una postura de respeto por la diversidad de formas en que se puede organizar la interacción humana y por los diferentes valores que pueden sustentar los consultantes2. Por tanto, en TBCS no hay ningún interés en crear tipologías de familias o parejas, y se produce una renuncia expresa a cualquier tipo de diagnóstico tradicional.
La concepción centrada en soluciones acerca de cómo se forman y mantienen los problemas humanos es prácticamente idéntica a la visión que sobre esta cuestión defienden los autores del MRI de Palo Alto. En cambio, la forma de entender el cambio es diferente en los dos enfoques, aunque absolutamente complementaria. Analizaremos por separado ambos conjuntos de conceptos.
Tanto para los autores del Centro de Terapia Breve del MRI como para los teóricos de la TBCS, “un problema es un problema” y no el síntoma de una disfunción o de un conflicto familiar más profundos. De hecho, Steve de Shazer sigue a Wittgenstein cuando rechaza hacer interpretaciones esencialistas y aboga por renunciar a “leer entre líneas”, para limitarse a “leer las líneas”, es decir, describir las interacciones humanas en vez de pretender interpretarlas (De Shazer, 1994).
Pongamos un ejemplo. Supongamos que una familia compuesta por los padres, un hijo de 9 años y unas hija de 5 pide ayuda por los graves problemas de conducta que plantea el hijo mayor, que tiene rabietas incontrolables en las que rompe todo tipo de objetos, agrede a su hermana e incluso a sus padres y ha llegado varias veces a amenazar con suicidarse. La madre, que renunció a su carrera profesional cuando nació la hija, es quien pasa más tiempo en casa, y se presenta angustiada y derrotada por la situación; el padre, pequeño empresario agobiado por las deudas, pasa muchas más horas en el trabajo que en su hogar. El la acusa a ella de ser poco firme con el hijo; ella le recrimina a él que “huya” de casa. Desde una perspectiva sistémica clásica, se hipotetizaría que la conducta del hijo cumplen una función para la familia, por ejemplo enmascarar el conflicto entre los padres, lo cual llevaría a intentar “resignificar” el comportamiento del hijo y a dar prioridad en la terapia a resolver el presunto conflicto de pareja. Un terapeuta sistémico breve no asumiría esta hipótesis y en todo caso entendería que las diferencias entre los padres respecto a la educación del hijo son una consecuencia de los desafíos que plantea éste. Un terapeuta MRI trataría de entender cuál es el intento ineficaz de solución de los padres, para bloquearlo y modificarlo; un terapeuta TBCS trataría de encontrar aquellas ocasiones en que los padres sí son eficaces y las cosas con el hijo son de otra manera. En ambos casos, el énfasis estaría ante todo sobre cómo los padres manejan las conductas del hijo, más que en su interacción como pareja.Ahora bien, si los problemas humanos no surgen como síntoma de alguna disfunción familiar o de un conflicto interpersonal más profundo, ¿cómo se explican su aparición y su mantenimiento? Aunque Steve de Shazer no se interesó apenas por esta cuestión, su posición básica es la que había aprendido en el MRI: los problemas se originan porque en algún momento alguien empieza a considerar como problemática cierta dificultad y trata de resolverla. Habitualmente esta dificultad inicial es el resultado de algún cambio vital o simplemente el resultado del azar o de un suceso inesperado. En cualquier caso, si el intento de solución que se le aplica tiene éxito, no llega a haber un problema; si no lo tiene, se abren dos posibilidades diferentes. Por un lado, es
posible que la persona o personas implicadas se den cuenta de que su intento es ineficaz y cambien de estrategia. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que ante la falta de resultados entiendan que no han aplicado una dosis suficiente de la solución intentada y redoblen sus esfuerzos. En este caso se puede pasar a una situación de “más de lo mismo”, a un círculo vicioso en el que, cuanto más se empeñan los implicados en resolver la dificultad inicial, más se enquista ésta, de modo que la solución pasa a ser el problema. El aspecto que subraya Steve de Shazer es que, a lo largo de este proceso, la persona percibe cada vez más su problema y su incapacidad de resolverlo, pasando por alto aquellas ocasiones en las que el problema no se da, o se da con menor intensidad o duración. En otras palabras, el encuadre “tengo un problema” impide detectar posibles variaciones y excepciones.

miércoles, 2 de marzo de 2016

¿CÓMO NOS IDENTIFICAMOS?

MISIÓN

CAPCO, es un centro de atención psicológica para la comunidad, creado para brindar servicios y ayuda a todo tipo de personas, sean estos niños o adultos en diferentes ámbitos psicológicos, como trastornos provocados por la sociedad del medio en que viven, además aportar con una psicoeducación para facilitar y hacer más gratificante su estilo y calidad de vida. 

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